

Epílogo
El encuentro con India fue repentino, lleno de imágenes, sonidos, y colores superpuestos. Ciudades populosas, con un tráfico febril funcionando al límite; transeúntes cruzando en las esquinas, señalizando un alto con la mano, mientras los vehículos se detienen a escasos centímetros. Vacas en todas partes, un frenazo, mil bocinas marcando presencia. Y en medio del trajín, la frase que enmarca el concepto de esa particular belleza… “El caos tiene un orden”. Mercados, callejue


Ceremonial nocturno (Ganga).
Voces del rito sagrado cautivan el espacio; las miradas se vuelven al interior, hasta que nuevamente salen y se deslizan en el entorno. Las luces de la azotea donde se realiza la actividad ceremonial comienzan a dar indicios de término, mientras tanto los asistentes continúan expectantes. El calor de la llama no quema en primera instancia, quizá sea la actitud contemplativa, o la fugacidad del tacto; pero la tibieza se percibe a través de la propia mano deslizándose en el ros


Ganga
Oscurece, la gente transita a través de las entradas del mercado. Y cómo siempre, el Ganges está dispuesto a recibir el ceremonial nocturno que se realiza en la orilla. La mirada de las mujeres trasluce un enigma indescifrable... y en el hecho de no poder develarlo, radica el porqué de su belleza. El descenso cuenta con una construcción de cemento escalonada, donde muchos circulan esperando el ritual. La noche comienza a cerrarse en su propia oscuridad, y la llama de muchas v